La inteligencia artificial y de cliente, la digitalización, la ciberseguridad y FinTech, entre las diez tendencias que están transformando el sector financiero “Imagina que eres un directivo del sector financiero. Que estás compitiendo con un banco global, low-cost, multiservicio y digital. En el que los clientes acceden a sus cuentas a través del móvil, realizan pagos con solo tocar sus dispositivos wearables y gestionan sus inversiones a través de herramientas de inteligencia artificial basadas en sus objetivos de ahorro y en su nivel de aversión al riesgo... Hoy en día no existe un competidor así pero en los próximos años existirá”. Así comienza el informe Financial Services Technology 2020 and Beyond, elaborado por PwC, que analiza las diez grandes tendencias relacionadas con la tecnología que van a transformar al sector financiero en los próximos cuatro años y que son FinTech; la economía colaborativa; Blockchain; la inteligencia artificial y la robótica; la nube; la ciberseguridad; el empuje de Asia como centro tecnológico y de innovación; la inteligencia de cliente; la tecnología aplicada en el ámbito de la regulación y la digitalización de todos los procesos y actividades.
1. Fintech, lo inundará todo. En 2014, la inversión mundial en FinTech se multiplicó por tres, hasta alcanzar los 12.000 millones de dólares. Y, ese mismo año, la banca invirtió 215.000 millones de dólares en tecnologías de la información -software, hardware, y en servicios internos y externos-. A pesar de la regulación y de otras barreras de entrada, ya existe una gran demandada de servicios relacionados con FinTech tanto en el ámbito de la banca retail y de consumo como en de la banca privada y de gestión de patrimonios. Algunos buenos ejemplos son el fuerte aumento de la financiación de plataformas robotizadas de inversión, la aparición de compañías tecnológicas que ya operan el mercado de préstamos con muy bajos costes o las numerosas iniciativas en el campo de los medios de pago.
2. La economía colaborativa también impactará en el sector financiero. En 2020, los ciudadanos seguirán necesitando los servicios que hoy en día prestan las entidades financieras pero, quizás, ya no acudirán a un banco. La llamada economía colaborativa ha transformado sectores como el del transporte o el del alojamiento turístico y el sector financiero puede ser el siguiente. En este caso estaríamos hablando, por ejemplo, del uso de las tecnologías de la información para relacionar de forma mucho más eficiente a aquellos que tienen capital con los que buscan financiación, en lugar de acudir a la intermediación de un banco. Ya tenemos ejemplos en el Reino Unido, Estados Unidos y China de plataformas de préstamos entre particulares –en inglés, peer to peer lending- en la que confluyen personas que necesitan dinero e inversores que quieren prestarlo para obtener una rentabilidad; y donde el tipo de interés fijado viene dado por el nivel de riesgo que determina la propia plataforma.
3. Blockchain, la revolución. El año pasado, trece compañías de Blockchain fueron capaces de atraer más de 365 millones de dólares de inversión y se estima que, a principios de 2016, esta cantidad haya superado ya los mil millones de dólares. Según una reciente encuesta realizada por PwC entre directivos del sector financiero en todo el mundo, el 56% reconoce la importancia que va a tener Blockchain en sus negocios pero el 57% no sabe cómo responder a los desafíos que plantea. Las dos principales ventajas que hace que esta tecnología esté atrayendo la atención tanto de los directivos de las entidades financieras como de start-ups y de compañías de capital riesgo son, por un lado, la posibilidad reducir considerablemente el coste de las infraestructuras y plataformas internas de los bancos y, en segundo lugar, porque las aplicaciones de esta tecnología son prácticamente ilimitadas y van desde las transacciones financieras hasta automatización de procesos contractuales.
4. Robotización e inteligencia artificial. Según el informe, la aplicación de la robotización y de la inteligencia artificial en el sector financiero evolucionará de una forma parecida a lo que fue la llegada de los cajeros automáticos. En los próximos cinco años veremos cómo se produce un salto en la utilización de este tipo de tecnología: de usarse en aplicaciones concretas –por ejemplo, ya se utiliza en el ámbito de los medios de pago para la detección del fraude- a integrarla totalmente dentro del día a día y en todas las actividades de las entidades financieras.
5. La nube o el cloud computing será la infraestructura dominante. En la actualidad muchas entidades solo utilizan la nube para alojar procesos de negocios que no forman parte de su actividad principal –funciones de CRM, contabilidad financiera o recursos humanos-. Pero en 2020 se espera que también integre otras áreas más estratégicas como, por ejemplo, los pagos o la calificación de créditos, empujados por la fuerte caída que están experimentado los costes de almacenamiento de datos en la nube. Una buena muestra de este auge es que, en 2015, la inversión en esta tecnología en todo el mundo aumentó un 26% hasta los 33.400 millones de dólares.
6. La ciberseguridad y el Internet de las Cosas. La ciberseguridad ya es una de las principales preocupaciones de los máximos ejecutivos de las entidades financieras y esa situación no hará sino continuar en los próximos años como consecuencia, entre otros factores, del rápido crecimiento del internet de las cosas, especialmente en las áreas de pagos, seguros y banca comercial. El estudio estima que en 2020 podría haber en el mundo 25.000 millones de dispositivos conectados.
7. Asia emergerá como el centro de la innovación tecnológica. China tiene ya el mayor mercado mundial de préstamos entre particulares y es el país con mayor número de usuarios de telefonía móvil. Asia se ha convertido en el líder mundial en investigación y desarrollo y, en el ámbito de las FinTech, es el segundo mercado más atractivo para los inversores sólo por detrás de Estados Unidos. En 2020, se prevé que muchas de las grandes entidades financieras de Estados Unidos sitúen sus centros de innovación en Asia y aprovechen, así, las ventajas de un mercado con menores costes, con una fuerza laboral altamente capacitada en materia tecnológica y con un sector financiero de gran tamaño, ideal para testar el lanzamiento de nuevos productos y servicios.
8. La inteligencia de cliente, la mejor forma empujar los ingresos y la rentabilidad. En 2020, se estima que haya en el mundo veinte veces más datos de los que tenemos ahora. Esto supondrá una gran oportunidad para que las entidades financieras conozcan, en tiempo real, lo que reamente les están pidiendo sus clientes. El análisis de datos, será una de las claves del crecimiento.
9. Los reguladores también mirarán a la tecnología. Los reguladores no escaparan al tsunami tecnológico que está viviendo el sector financiero y en los próximos años integrarán muchas de las nuevas herramientas para la recogida y análisis de datos con el objetivo de ser más efectivos a la hora de monitorizar a la entidades financieras y ser capaces, a la vez, de predecir de forma más efectiva potenciales problemas, en lugar de actuar una vez que estos ya se han producido.
10. La digitalización de todos los procesos y actividades. En conclusión, podemos decir que la digitalización será (ya es) para la entidades financieras la corriente que lo envolverá todo. Desde la experiencia del cliente hasta la eficiencia operativa; desde los medios de pago, pasando por la gestión de activos, los seguros y los mercado de capitales.
Para Salvador Nacenta, socio del Sector Financiero de PwC, “la evolución de la tecnología en el sector financiero se constituirá en una palanca de máxima potencia para la generación de nuevos modelos de negocio, mejorar la experiencia el cliente y reducir costes significativamente. Estas tendencias, por tanto, deben de verse como una oportunidad para las entidades bancarias y aseguradoras y es por ello que el sector financiero debe estar ya trabajando sobre ellas, analizando cómo incorporarlas y transformar sus modelos operativos. Sólo si se ignoran o se minusvaloran podrían transformarse en amenaza individual para aquellas entidades que así lo hagan”.
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